viernes, 19 de agosto de 2011

El cilicio

 
Del tiempo en el que el primitivo cristianismo se movía entre la clandestinidad y las catacumbas para escapar a las esporádicas persecuciones a las que se veían sometidos por el poder imperial romano, data el uso de una prenda destinada a provocar la mortificación y el sufrimiento de su portador, buscando combatir las tentaciones de la carne.El cilicium era una capa vasta de piel de cabra que se solía emplear como faja enrollada en la cintura cuyo origen se circunscribe a Cilicia, una región al sudeste de Anatolia.

La textura rugosa del cilicio se prestaba a crear incomodidad, molestia, embarazo en su portador y su uso continuado fomentaba la aparición de ávidos parásitos que incrementaban más si cabe esa sensación molesta.Durante la Edad Negra, digo la Edad Media, una buena parte de las órdenes monásticas instituyeron su uso reglamentario.Es en esta época en la que se adquiere la costumbre de confeccionar el cilicio a base de finos alambres que incrementan el malestar.Y ya llegando a la modernidad, se sustituye la camisa de pelo o metal por una cadena metálica provista de salientes puntiagudos que se ata firmemente al muslo o a la axila que, contrariamente a lo que se pudiera pensar, no produce heridas sangrantes, aunque sí que deja marcas. 

Instituciones de índole religiosa, por lo menos su fachada exterior, tan poderosas como el Opus Dei recomienda encarecidamente a sus miembros el uso del cilicio al menos dos horas diarias.

Especie de cinturón de alambre con púas hacia adentro que los numerarios y supernumerarios del Opus Dei se anudan en el muslo para mortificarse.

Como parte de sus creencias religiosas, los miembros de esta organización tienen como práctica la auto-mortificación, pues ésta, según les han inculcado, fortalece su fe.
Más imágenes del cilicio:










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